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María Ximena Rivas Asenjo, Directora Nacional de Discapacidad de Chile visitó El Salvador.
No reparten sillas de ruedas, ni exigen cuotas de contratación de discapacitados a las empresas. Sin embargo, a tres años de la entrada en vigencia de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, Chile es una de los países que más ha avanzado para darle cumplimiento en América Latina.
Desde febrero de 2010, tras la promulgación de la Ley N° 20.422, lo que antes era una oficina pequeña y poco importante se convirtió en el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis). Jerárquicamente ubicado por debajo de la presidencia y de los ministerios, el Senadis coordina y vela por que estos últimos cumplan con la responsabilidad que les compete en la atención de la población con discapacidades.
Su directora, María Ximena Rivas Asenjo, participó esta semana en la Primera Reunión Extraordinaria del Comité para la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad (CEDISS) que se realizó del 4 al 5 de mayo en El Salvador.
Pero ¿cómo llega la discapacidad a ser un tema relevante en Chile? La respuesta tal vez la den los números. El país andino tiene 17 millones de habitantes, de los cuales 2 millones tiene algún tipo de discapacidad, según un censo estatal. Eso equivale al 12% de la población. "De esos 2 millones se estima que solo el 20 - 29% tiene algún trabajo remunerado y generalmente son mal remunerados", afirma Rivas Asenjo, quien señala que el desempleo de una persona discapacitada no solo le afecta a ella sino también a su familia.
De no tener trabajo, alguien más tiene que hacerse cargo de ella, por lo que se genera "una carga" para la familia. Según la funcionaria, si se generan las condiciones para que las personas con discapacidad tengan acceso a "un trabajo digno con sueldo correspondiente", se le facilita la vida no solo a ellas sino también a su familia y a su grupo más cercano.
En palabras de Rivas Asenjo: "El trabajo es una herramienta que da autonomía, que mejora la autoestima, que le genera a las personas la posibilidad de relacionarse en círculos sociales distintos".
Trabajo, educación y accesibilidad
Desde que entró en funcionamiento, el Servicio Nacional de la Discapacidad de Chile focalizó sus esfuerzos en tres temas: trabajo, educación y accesibilidad.
Rivas Asenjo explica: "Si yo quiero velar por la inclusión social de la persona con discapacidad, no me puedo preocupar solamente por su rehabilitación... Tengo que velar porque esa persona rehabilitada tenga acceso a la educación, tenga acceso al trabajo, que el transporte sea accesible, que las viviendas sociales sean accesibles".
En cuanto a la Educación, el Senadis no sólo trabaja en beneficio de los infantes con discapacidades, sino que también hace un esfuerzo para generar un cambio cultural en los infantes que carecen de discapacidades. A ellos, se les quiere enseñar a "respetar la diversidad" y "a aceptar a las personas diferentes".
En cuando a las personas con discapacidad, los esfuerzos están enfocados a cambiar la realidad chilena actual. Se estima que, en Chile, el 50% de las personas con discapacidad no terminaron los 8 años que comprende la educación básica inicial obligatoria.
La directora del Senadis señala que "esto se da porque las escuelas no están preparadas para recibir a niños con discapacidad". Lo que ocurre porque, tradicionalmente, se considera que los niños con discapacidad deben ir a escuelas especiales.
Rivas Asenjo aclara que la escuela especial es para quienes tienen discapacidades intelectuales más severas y necesitan adquirir destrezas adicionales para tener una calidad de vida adecuada. "Pero los niños sordos, ciegos, con discapacidad intelectual leve... esos niños pueden ir a escuelas regulares, (pero) las escuelas no están preparadas para recibirlos. Al final, los niños terminan dejando la educación", señala funcionaria.
Eso, a la larga, genera un mal mayor: al llegar a la edad adulta, la persona con discapacidad no tiene las competencias adecuadas par el mundo laborar. Se trata de un círculo vicioso al que se necesita poner fin.